lunes, 19 de febrero de 2024

La seca. Txani Rodríguez


Leí Los últimos románticos en un momento personal delicado y tal vez por eso conecté con aquella historia de una manera especial. El caso es que el ritmo de la novela, el sentimiento y el  estilo sencillo e intimista de Txani Rodríguez me atraparon. Por eso esperaba con ganas esta nueva novela que no me ha decepcionado, si bien no he conectado tanto con ella. Pero la he disfrutado, y mucho.

En esta ocasión la protagonista es Nuria, una mujer joven, solitaria, un tanto inconformista y yo diría que hasta un poco amargada. Así que si eres de quienes necesitan empatizar con el personaje principal (por ejemplo a mí no me hace falta) para poder disfrutar de la historia, a lo mejor se te hace un poco cuesta arriba en algunos momentos. Pero ahí está el reto: llegar a conocer al personaje y sus dobleces.

Yo reconozco que me ha tenido muy dividida a lo largo de todo el libro: ha habido momentos  en los que Nuria me ha resultado insoportable, otros en los que no he podido comprender su forma de proceder, su carácter agriado... y otros en los que la he llegado a compadecer. No obstante al final se redime un poco, y  hasta se puede llegar a entender o al menos entrever cuál es la verdadera causa de su desconfianza y su inseguirdad. 

Pero más allá de las tribulaciones de Nuria, la relación con su madre y con los vecinos del pueblo a los que se cree con derecho de aleccionar,  el libro recrea la realidad del medio rural y describe muy bellamente los paisajes  y ambientes en los que transcurre.

El argumento

Nuria vive en Llodio con su madre, Matilde,  y cada verano regresan a un pueblo del sur de España muy próximo al parque natural de Los Alcornocales. La relación entre ambas es un tanto tóxica y ninguna de las dos parece ser feliz, aunque en el fondo a Nuria le brinda una falsa seguridad esa rutina, a pesar de parecer siempre insatisfecha y se quejase por todo.

En el pueblo vive Montero, un trabajador del campo que se dedica a descorchar alcornoques, un oficio propio de la zona que está en vías de desaparecer ya que una especie de hongo, La seca, está acabando con estos árboles. 

Nuria ha mantenido con Montero una relación intermitente de verano en verano, pero la situación entre ellos se ha enfriado después de muchos años. Ella le evita,  se muestra esquiva y busca la soledad y el contacto con la naturaleza,  y los escenarios donde vivió los veranos más felices de su vida. 

Para su disgusto descubre cómo están destrozando el río y su entorno sin escrúpulos, y cómo algunos vecinos están sacrificando y comprometiendo el abastecimiento de agua de la región por mantener el regadío de unas explotaciones de aguacates que resultan muy rentables, sin importarles el deterioro del Parque Natural.

Se muestra así el choque que se produce entre alguien que viene de fuera y valora la riqueza natural del entorno, y los autóctonos (entre ellos Montero)  que tienen que buscar alternativas a su medio de vida de siempre porque el trabajo se está acabando. Un conflicto de intereses que es muy real.

A lo largo del verano en el que transcurre la acción vemos una evolución en los personajes tanto de  Nuria como de Matilde, gracias a una visita que reciben , que trastocará un tanto su día a día, y a varios acontecimientos más o menos traumáticos que ocurrirán.

En resumen, La seca es sobre todo una historia que bucea en complejas relaciones personales, con un trasfondo de lucha del progreso contra la conservación de la naturaleza, muy bien escrita. 

Independientemente de que el lector conecte en mayor o menor medida con la protagonista, y comparta o no su forma de proceder, la historia engancha  por su ritmo, su estilo y la atmósfera que recrea. Leer a Txani Rodriguez es un gustazo.


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