Un amante fugaz. Una ciudad mágica. Un misterio olvidado en el viento.
El 24 de diciembre de 1951 Paul Dingle desapareció en el puerto de Tánger sin que se llegara a saber qué fue de él. Sesenta y cuatro años después, Flora Gascón sospecha que es el mismo hombre con el que ha tenido una aventura en Madrid y del que se ha enamorado. El nexo entre ellos: Niebla en Tánger, la novela que Paul tenía sobre su mesilla de noche.
Flora viajará hasta esta ciudad mágica y llena de secretos en busca de la autora de la novela, la única que puede decirle quién es en verdad su amante y cómo encontrarlo. Pronto se da cuenta de que es ella misma quien debe escribir el final de la historia, pues en esa aventura también está en juego su identidad; es un viaje al fondo de sí misma.
Mi valoración personal es positiva. Siempre soy un poco recelosa con los premios Planeta y salvo excepciones (como la del año pasado con Dolores Redondo) me suele gustar más el finalista que el ganador del premio.
En esta ocasión tengo que decir que la novela me ha parecido muy bien escrita aunque un poco previsible también. El hecho de mezclar dos historias, presente y pasado, en tan pocas páginas hace que las dos se queden un poco cortas y el final resulte bastante precipitado.
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