lunes, 4 de marzo de 2013

Expediente 64


Un nuevo caso del " Departamento Q", esta vez basado en hechos reales.

Si ya leiste las anteriores novelas de Jussi Adler-Olsen "La mujer que arañaba las paredes", "Los chicos que cayeron en la trampa" y "El mensaje que llegó en una botella", no te puedes perder esta nueva entrega. Y si no has leído ninguna de ellas, no te preocupes: Cada una trata un caso individual y es perfectamente entendible por sí misma, aunque los protagonistas sí lleven una continuidad a lo largo de los libros.

En esta  novela se mezcla un suceso real de la historia danesa, la existencia de un isla en la que durante varias décadas se encerraba a mujeres molestas para la sociedad, con la ficción de una investigación policial muy bien elaborada y culminada.

Cuenta la historia de varias desapariciones ocurridas en los años ochenta, que ponen de nuevo en marcha a Carl Mørck. Su investigación lo conduce hasta Nete Hermansen, una mujer que ha hecho todo lo posible por ocultar su trágico pasado hasta que este le vuelve a dar alcance. Mientras Carl se enfrenta a las sombras de su propia existencia, y a los secretos de sus colaboradores Assad y Rose, deberá indagar en la historia del líder de un partido político de extrema derecha que defiende una siniestra ideología racista.

Nos ha sorprendido conocer la existencia del islote danés de Sprogø  donde se alzaron, entre 1923 y 1961, unas instalaciones ideadas por el psiquiatra Christian Keller en las que se mantuvo encerradas a mujeres consideradas oficialmente peligrosas o enfermas. Sin embargo, ninguna de las mujeres que pasaron por Sprogø recibió el tratamiento correspondiente.

El verdadero objetivo de su encierro era evitar la “propagación de material genético indeseado”.
En realidad, quienes acababan en Sprogø eran supuestamente enfermas mentales, sexualmente promiscuas o prostitutas. En la isla las aguardaban castigos inhumanos, desde el aislamiento hasta la esterilización forzada. De 1923 a 1961, aproximadamente 500 mujeres fueron encerradas en Sprogø. Sin embargo, muy pocos daneses conocían la existencia de esta cárcel para mujeres.
Increíble, pero cierto.

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