lunes, 23 de abril de 2018

La flor Púrpura. Chimamanda Ngozi Adichie


Este libro ha sido todo un descubrimiento para mí.



La flor púrpura es una gran metáfora de la violencia que ha atravesado Nigeria y la mayoría de los países africanos. En toda su extensión, la prosa de Ngozi Adichie se esmera en reconstruir el vacío de una sociedad que padece graves desequilibrios, y ofrece de manera subliminal algunas claves que fundamentan ese desvarío.

Un libro que te hará reflexionar.

En ‘La flor púrpura’ encontramos a Kambili, una chica de quince años que lleva una vida aparentemente privilegiada en una ciudad de Nigeria. Vive con su hermano y sus padres en una mansión, va a un colegio privado y quiere/admira a su padre por encima de todas las cosas. Su padre es, además de un hombre de negocios muy rico, dueño de un periódico que se atreve a oponerse al poder dictatorial y ganador de premios internacionales por la defensa de la libertad. Es también un fanático religioso que ha instaurado en su casa un régimen totalitario en el que tres personas viven por y para cumplir con sus mandados (que son también los de Dios).
Pero de la misma manera que la Nigeria violenta y convulsa se cuela en su elitista vida con el asesinato del director del periódico, el deseo de libertad empieza a engendrarse en Kambili y su hermano cuando entran en contacto con una familia normal. Tras unas semanas con su tía, descubren que hay familias en las que hay tiempo para la diversión, amor incondicional y respeto a las ideas. E irremediablemente, ya nada puede ser lo mismo cuando vuelven a su claustrofóbico hogar.
El argumento funciona como una clásica novela de formación en la que una niña pierde la inocencia, pero no al descubrir que el mundo es un lugar donde tienen cabida una maldad hasta entonces desconocida, sino que lo que siempre había creído que era amor, era en realidad un sentimiento, intencionadamente o no, cruel. Lo que atrapa de la novela es como se plasma esa situación a través de la mirada de Kambili ante diferentes momentos y estampas, descritos de una forma vívida, pertinente, penetrante y memorable. Por eso da lo mismo que el final parezca algo precipitado, o que se nos presente alguna situación que no acabe de casar del todo, leer a Chimamanda Ngozi Adichi es siempre el mayor de los placeres.


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